Creo que si yo fuera tú, ya
estaría cansado de leer tan idiotez, pero no soy tú. Así que esto que escribo
es por tu cumpleaños, es como un regalo.
Después de mucho creo que eso de
crecer es difícil para mí. No quisiera aburrirte con más de lo mismo, diciendo
esto y lo otro que al final no son más que palabras tristes y sin sentido.
Aunque… bueno, quisiera que sepas
y creo que ya es muy tarde para decírtelo:
Pero acepto mi responsabilidad de
no haber sido lo que tu esperabas, de no esforzarme para que te quedaras a mi
lado, de resistirme a una estúpida idea de ser algo que al final me dejara sin
aliento, sin ti.
Podría justificarme como siempre
lo he hecho, tratando de tener la razón de algo que me va haciendo añicos. Eso de creerme un
niño, un punk, de querer ser diferente a todo el mundo no es más que un loco
sueño con lo que mantengo a flote mi
vida. Porque bueno, tú sabes, me conoces… y lo acepto; yo no me llevo bien con el mundo y su deber ser.
La gente que no es la que está
dentro de mi universo, me aburre y para serte sincero detesto a todas esas
personas a quienes considero estúpidas. Sí, tal vez dirás que en algún momento
tenía ideales de querer cambiar el mundo, la revolución, etc. pero esas luchas
no me pertenecen y no pienso hacer nada por esa gente que no me interesa.
Es triste ver como se destruyen
unos a otros y no me refiero a las guerras, si no a las pequeñas peleas que día
a día padres e hijos, marido y mujer, novios, hermanos, amigos y peor aún uno
contra sí mismo, esas luchas por cosas absurdas que nos van alejando y
convirtiéndonos en extraños, en entes sin conciencia.
Y sabes yo me aferre a ti como un
sueño, como algo que podía soñar, pero no tener… aunque pocas veces podía estar
cerca de ti y lo disfrutaba, me gustaba mucho pasar el tiempo contigo. Lo que
no hice y tú sí, fue crecer. Ahora tú en
este pequeño tiempo (de hoy que es tu cumple al mío) tendrás la
misma edad que yo y a diferencia de mi sabes que quieres en la vida, yo aún
sigo en el limbo de “no sé qué diablos hare de mi vida”
Todo este tiempo desde la última
vez que te vi no hecho otra cosa más que desperdiciar mi vida entre
borracheras, pereza, en fin… cosas que al final termino por no disfrutarlas
aunque en el momento de hacerlas parecen que sí. Y no he conseguido trabajo.
Siempre lo que más me ha dado
miedo, es eso, crecer. Tener que ser para poder ser.
Y te extraño, tú eres la única
que me mantiene con los pies en la tierra.
Y para hacerte sincero no sé si
algún día conozca a alguien como tú, porque más allá del hecho de amarte, tú me
hacías sentir como si realmente
importara en el mundo y ahora que ya no te escucho más, ya no te veo más me
destroza e intento llenar ese vacío con alcohol y un poco de una que otra droga.
He intentado conocer a alguien,
pero no soporto que no sean como tú, que no me hagan sentir lo que tú. Que a pesar
de no hacer nada, de estar en silencio viendo tv, el sólo hecho de estar cerca
de ti me hacía feliz, pero ya vez lo eche a perder.
Ahora estoy en algún lugar lejano
de tu corazón, de tu vida, de mí. Alguna vez te dije – espero que te acuerdes –
que yo me sentía como si hubiera perdido algo y me sigo sintiendo así, y bueno, no eres tú a quien he perdido, tú
siempre has estado de alguna forma en mí, lo que he perdido es a mí. Y la única manera de encontrarme es en tu
mirada, en tu voz, en tu respiración, en tu mente, en tu corazón, en tu vida.
Claro que todo esto no lo sabía o
más bien no me había dado cuenta de ello. Y ahora que lo sé creo que ya es muy
tarde y bueno sólo espero que el día que la vida nos vuelva a reunir no estés
enojada conmigo y me abraces.
¡Abrazarte! como me gustaría que
me abrasaras en estos momentos.
En fin.
Sí algún día tú me vuelves a dar
una oportunidad yo haré todo lo que me pidas, porque me he dado cuenta que tú
eres lo único que amo y que todo lo demás es relleno que los seres humanos nos
inventamos para llenar ciertos vacíos; las revoluciones, los ideales, el rock
and roll, drogas, etc. Todo eso es leña para alumbrar y calentar las frías
noches en las que me sumerjo cuando bien podrían ser alumbradas por tu existir
en mi vida.
Gracias por leerme
una vez más.
¡Feliz cumpleaños!
Te amo
Víctor Hugo
29 de Mayo del 2013
P.d. Algo parecido a un cuento.
(nota: antes ponle play al video de abajo para que la canción te acompañe mientras lo lees)
Sabes es difícil tratar de
imaginar un cuento a media noche, es como estar debajo del agua aguantando la
respiración pensando en que tienes sed y no puedes hacer nada más que sacar el
aire por la nariz.
Así que lo que leerás enseguida ocurrió…
bueno en realidad no sé si fue real o sólo un sueño. Pero paso en una noche en
que estaba recostado mirando el techo pensando en cómo me
sentiría si fuera devorado por perros
salvajes, cuando la luz se apagó. No me
asuste. Me levante y por inercia, fui hacia donde había velas y cerillos, trastabille
un poco y con la mano fui tanteando hasta hallar la vela y los cerillos.
Encendí la vela. La luz ilumino
el lugar, pero ya no era mi cuarto.
Mire a todos lados tratando de
reconocer donde estaba, pero nada, estaba perdido.
Poco a poco comencé a reconocer
el lugar, no es que conociera el lugar, si no que recordaba que alguien me
había platicado su sueño y ahí estaba en un sueño de hace mucho tiempo que tú
habías soñado.
Estaba en el altar de una
iglesia; tú con un hermoso vestido blanco, un ramo de flores de todo tipo y
colores, pero lo más maravilloso eras tú, tu sonrisa, tus ojos brillando y yo reflejado
en ellos. Me mirabas… yo me veía en tus ojos con la vela en la mano alumbrando
mi rostro y un fondo oscuro.
La luz regreso volvió a iluminar
todo mi cuarto, mis pupilas se dilataron, apague la vela y me restregué lo
ojos, los abrí y estaba parado en medio
de mi cuarto.
Desconcertado trataba de entender
lo que había pasado cuando la luz se volvió a ir. Enseguida busque los cerillos
en mi bolsa y encendí la vela. En ese descuido de buscar, encender y mirar la
llama me di cuenta de que otra vez estaba en otro lugar, esta vez en una
biblioteca.
Sentado en un sillón leyendo un
libro. Llegaste tú con un té, me lo ofreciste, deje el libro sobre un
escritorio, tome el té y mientras decías algo yo lo tomaba a sorbos pequeños. De
nuevo sólo recuerdo tu mirada, tu sonrisa, tu pelo recogido, llevabas un
vestido color naranja pastel, me sentía feliz mientras hablabas y sonreías,
esta vez mientras le daba el último sorbo me vi reflejado en el fondo de la taza y de nuevo con la vela en la mano, el
rostro iluminado y un fondo oscuro.
Otra vez la luz regreso, deje la
vela encendida.
El silencio se tragó ese momento.
No sabía que había pasado. La cera
derretida de la vela cayo en mi mano, sentí el calor, cambie de mano la vela para
quitarme la cera de la piel frotándome
con la playera, después de quitarme la cera caliente al reaccionar me di cuenta de que otra vez la
luz se había ido.
Esta vez nada había cambiado era
mi cuarto, las mismas cosas en su lugar, mi cama, mi librero, todo en orden. Me
senté en la cama tratando de recordar donde había estado, pero sentí la
presencia de alguien en mi cama, dirigí la luz y eras tú, estabas durmiendo en
mi cama. Tus ojos cerrados, tu nariz, tu boca,
respirabas suavemente, como si todo estuviera en calma. Hice a un lado
tus cabellos que cubrían tu carita y te bese en la mejilla. Apague la vela y me
acosté a tu lado, te abrase y desee que nunca más regresara la luz.