martes, 30 de julio de 2013





A partir de cierto punto no hay retorno. Ese es el punto que hay que alcanzar.
-Franz Kafka









Cuando se sabe que se está llegando al final de… digamos un ciclo y más cuando uno está seguro que se romperá con ese círculo para no regresar  una y otra vez,  es necesario reconstruir las naves y esperar el viento a favor. Dicho esto es  rebuscar en lo más profundo para rescatar un par de recuerdos y no por nostalgia o melancolía o porque duelan sino para deshacernos de ellos, sacarlos del corazón y aventarlos en una botella a la eternidad del mar.


Entonces me he dado a la dolorosa tarea de recordar cómo nos conocimos (nótese que  hago uso del plural, porque siempre fuimos nosotros y no “tú y yo”).


Recuerdo que todo fue de la nada, de pronto, nosotros ya éramos nosotros.


Era la secundaria yo iba en segundo  y tú en primer grado.


Lo primero que recuerdo; eres tú reclamándome porque en las escalaras yo pase y te empuje, entonces tú me dijiste algo como “ese niño siempre pasa y me empuja” yo te mire y no sé muy  lo que dije, tal vez sólo me reí y tartamudee un “no” y me eche a correr.


Lo segundo que recuerdo; eres tú entrando en el salón donde yo tomaba clases, justo en la clase de geografía con el simpático maestro Rene (y uno de los mejores profesores que considero he tenido en toda mi vida académica). No sé muy bien el motivo por el qué entraste, pero yo ya sabía quién eras,  habíamos hablado varias veces de cosas tan profundas del tipo  “siempre pasas y me empujas” “no es cierto, tú eres la que me empuja”  etc.


Yo me sentaba en el pupitre frente al escritorio y no porque era un alumno destacado o a quien le  interesaba aprender sino  por la grandiosa fortuna de estar sentados por número de lista.

Cuando tú entraste al primero que agarro el maestro Rene para torturarlo frente al grupo fue a mi (lo que hoy  se le conoce como  “bullyin” jeje), bueno en realidad fue porque estábamos jugando a ver quién  decía los mejores albures académicos, es decir, que tuvieran que ver con nombres de ríos o montañas o fauna de México,  no recuerdo bien, pero creo el maestro dijo “desiertos, bla, bla, bla, coyotes”   entonces una vocecilla imberbe interrumpió  puntalmente con la magnífica palabra “cojo” en ese justo momento entras tú, el maestro me agarra a mí (un chivo expiatorio para evadir que efectivamente alguien lo había albureado)  me pone frente a ti y me presenta contigo, claro, él pensando que me iba a poner en ridículo, sabiendo que cualquier  puberto de secundaria se avergonzaría  por conocer a una chica tan linda como tú, pero como ya te conocía, lo único que hicimos fue decir, ah sí, ya nos conocemos, un beso en la mejilla y el universo se transformó en nosotros.

Los demás son recuerdos que se van perdiendo entre madrugadas, canciones y cervezas.

Te amo
Víctor Hugo (cada vez más lejos)
 
31 Julio 2013

p.d.  Me acuerdo de tantas cosas, seré breve, pero los escribiré porque los tengo claros en mi vida y todos los días se asoman en mi ventana junto a la luna.

Una vez te invite a salir, fuimos a la feria, nos las pasamos bien, etc. llegamos a tu casa y tú me preguntaste que desde cuando te quería y yo conteste lo primero que me vino a la mente, “no sé, hace un par de meses” te enojaste y me dejaste de hablar.

Una vez te regale un flor, una rosa blanca que corte del jardín de mi casa y me dijiste “las personas regalan flores cuando ya no se quieren” yo me quede callado.

Una vez nos emborrachamos en la casa de un imbécil que vive cerca de la tuya. Estando  borrachos empezamos hablar y a prometer, de hecho tú hablaste y tú prometiste, yo sólo escuche, después nos besamos. Llegaron tus papas por ti. Al otro día llegue a tu casa, feliz, un poco avergonzado, pero muy feliz, saliste y sin más me rompiste el corazón (tú sabes a que me refiero).

Una vez te escribí que fuéramos novios, me dijiste que no, que tu mamá no te daba permiso, sin embargo tu hermana te aconsejo que me dieras el sí.

(Recuerdo borroso) Una vez me dijiste que era una gran persona, pero que aún no te gustaba.

Una vez me pediste que cerrara los ojos y me besaste (mi amor por ti exploto y aún no se apaga) al otro día me dijiste que no era mala onda, pero que no lo interpretara de otra manera, que para nada me estabas dando alas (sic), yo sonreí incrédulo.

Por último, ya lo acepte y te lo escribí anteriormente: una vez escribí en un pedazo de hoja “Me gustas mucho, ¿quieres ser mi novia? Atentamente. Víctor Hugo” lo arrugue y lo eche a tu mochila, nunca lo acepte porque por alguna extraña razón que aun no entiendo me daba pena.

Última p.d. Alejo los recuerdos, buenos y malos, dejando que se conviertan en estrellas fugaces para que pasen veloces y se desintegren en algún punto del universo y no vuelvan a perturbar la memoria ni a destruir el corazon.  Pero sí el destino es tan fuerte volverá  a traer esos recuerdos, pero esta vez transformados en ti.
 


martes, 28 de mayo de 2013

 

Creo que si yo fuera tú, ya estaría cansado de leer tan idiotez, pero no soy tú. Así que esto que escribo es por tu cumpleaños, es como un regalo.

Después de mucho creo que eso de crecer es difícil para mí. No quisiera aburrirte con más de lo mismo, diciendo esto y lo otro que al final no son más que palabras tristes y sin sentido.

Aunque… bueno, quisiera que sepas y creo que ya es muy tarde para decírtelo:

Pero acepto mi responsabilidad de no haber sido lo que tu esperabas, de no esforzarme para que te quedaras a mi lado, de resistirme a una estúpida idea de ser algo que al final me dejara sin aliento, sin ti.

Podría justificarme como siempre lo he hecho, tratando de tener la razón de algo que  me va haciendo añicos. Eso de creerme un niño, un punk, de querer ser diferente a todo el mundo no es más que un loco sueño con  lo que mantengo a flote mi vida. Porque bueno, tú sabes, me conoces… y lo acepto; yo no me llevo bien con  el mundo y su deber ser.

La gente que no es la que está dentro de mi universo, me aburre y para serte sincero detesto a todas esas personas a quienes considero estúpidas. Sí, tal vez dirás que en algún momento tenía ideales de querer cambiar el mundo, la revolución, etc. pero esas luchas no me pertenecen y no pienso hacer nada por esa gente que no me interesa.

Es triste ver como se destruyen unos a otros y no me refiero a las guerras, si no a las pequeñas peleas que día a día padres e hijos, marido y mujer, novios, hermanos, amigos y peor aún uno contra sí mismo, esas luchas por cosas absurdas que nos van alejando y convirtiéndonos en extraños, en entes sin conciencia.

Y sabes yo me aferre a ti como un sueño, como algo que podía soñar, pero no tener… aunque pocas veces podía estar cerca de ti y lo disfrutaba, me gustaba mucho pasar el tiempo contigo. Lo que no hice y tú sí, fue crecer.  Ahora tú en este pequeño tiempo (de hoy que es tu cumple al mío) tendrás la misma edad que yo y a diferencia de mi sabes que quieres en la vida, yo aún sigo en el limbo de “no sé qué diablos hare de mi vida”

Todo este tiempo desde la última vez que te vi no hecho otra cosa más que desperdiciar mi vida entre borracheras, pereza, en fin… cosas que al final termino por no disfrutarlas aunque en el momento de hacerlas parecen que sí. Y no he conseguido trabajo.

Siempre lo que más me ha dado miedo, es eso, crecer. Tener que ser para poder ser.

Y te extraño, tú eres la única que me mantiene con los pies en la tierra.

Y para hacerte sincero no sé si algún día conozca a alguien como tú, porque más allá del hecho de amarte, tú me hacías sentir  como si realmente importara en el mundo y ahora que ya no te escucho más, ya no te veo más me destroza e intento llenar ese vacío con alcohol y un poco de una que otra droga.

He intentado conocer a alguien, pero no soporto que no sean como tú, que no me hagan sentir lo que tú. Que a pesar de no hacer nada, de estar en silencio viendo tv, el sólo hecho de estar cerca de ti me hacía feliz, pero ya vez lo eche a perder.

Ahora estoy en  algún lugar lejano de tu corazón, de tu vida, de mí. Alguna vez te dije – espero que te acuerdes – que yo me sentía como si hubiera perdido algo y me sigo sintiendo así,  y bueno, no eres tú a quien he perdido, tú siempre has estado de alguna forma en mí, lo que he perdido es a mí.  Y la única manera de encontrarme es en tu mirada, en tu voz, en tu respiración, en tu mente, en tu corazón, en tu vida.

Claro que todo esto no lo sabía o más bien no me había dado cuenta de ello. Y ahora que lo sé creo que ya es muy tarde y bueno sólo espero que el día que la vida nos vuelva a reunir no estés enojada conmigo y me abraces.

¡Abrazarte! como me gustaría que me abrasaras en estos momentos.

En fin.

Sí algún día tú me vuelves a dar una oportunidad yo haré todo lo que me pidas, porque me he dado cuenta que tú eres lo único que amo y que todo lo demás es relleno que los seres humanos nos inventamos para llenar ciertos vacíos; las revoluciones, los ideales, el rock and roll, drogas, etc. Todo eso es leña para alumbrar y calentar las frías noches en las que me sumerjo cuando bien podrían ser alumbradas por tu existir en mi vida.

Gracias por leerme una vez más.

¡Feliz cumpleaños!

Te amo

Víctor Hugo

29 de Mayo del 2013
 

 

P.d. Algo parecido a un cuento.
(nota: antes ponle play al video de abajo  para que la canción te acompañe mientras lo lees)


Sabes es difícil tratar de imaginar un cuento a media noche, es como estar debajo del agua aguantando la respiración pensando en que tienes sed y no puedes hacer nada más que sacar el aire por la nariz.

Así que lo que leerás enseguida ocurrió… bueno en realidad no sé si fue real o sólo un sueño. Pero paso en una noche en que estaba recostado mirando el techo pensando en  cómo  me sentiría si fuera  devorado por perros salvajes, cuando la luz se apagó.  No me asuste. Me levante y por inercia, fui hacia donde había velas y cerillos, trastabille un poco y con la mano fui tanteando hasta hallar la vela y los cerillos.

Encendí la vela. La luz ilumino el lugar, pero ya no era mi cuarto.

Mire a todos lados tratando de reconocer donde estaba, pero nada, estaba perdido.

Poco a poco comencé a reconocer el lugar, no es que conociera el lugar, si no que recordaba que alguien me había platicado su sueño y ahí estaba en un sueño de hace mucho tiempo que tú habías soñado.

Estaba en el altar de una iglesia; tú con un hermoso vestido blanco, un ramo de flores de todo tipo y colores, pero lo más maravilloso eras tú, tu sonrisa, tus ojos brillando y yo reflejado en ellos. Me mirabas… yo me veía en tus ojos con la vela en la mano alumbrando mi rostro y un fondo oscuro.

La luz regreso volvió a iluminar todo mi cuarto, mis pupilas se dilataron, apague la vela y me restregué lo ojos, los abrí y estaba  parado en medio de mi cuarto.

Desconcertado trataba de entender lo que había pasado cuando la luz se volvió a ir. Enseguida busque los cerillos en mi bolsa y encendí la vela. En ese descuido de buscar, encender y mirar la llama me di cuenta de que otra vez estaba en otro lugar, esta vez en una biblioteca.

Sentado en un sillón leyendo un libro. Llegaste tú con un té, me lo ofreciste, deje el libro sobre un escritorio, tome el té y mientras decías algo yo lo tomaba a sorbos pequeños. De nuevo sólo recuerdo tu mirada, tu sonrisa, tu pelo recogido, llevabas un vestido color naranja pastel, me sentía feliz mientras hablabas y sonreías, esta vez mientras le daba el último sorbo me vi reflejado en el fondo de la taza y de nuevo con la vela en la mano, el rostro iluminado y un fondo oscuro.

Otra vez la luz regreso, deje la vela encendida.

El silencio se tragó ese momento. No sabía que había pasado.  La cera derretida de la vela cayo en mi mano, sentí el calor, cambie de mano la vela para quitarme la cera de la piel  frotándome con la playera, después de quitarme la cera caliente  al reaccionar me di cuenta de que otra vez la luz se había ido.

Esta vez nada había cambiado era mi cuarto, las mismas cosas en su lugar, mi cama, mi librero, todo en orden. Me senté en la cama tratando de recordar donde había estado, pero sentí la presencia de alguien en mi cama, dirigí la luz y eras tú, estabas durmiendo en mi cama. Tus ojos cerrados, tu nariz, tu boca,  respirabas suavemente, como si todo estuviera en calma. Hice a un lado tus cabellos que cubrían tu carita y te bese en la mejilla. Apague la vela y me acosté a tu lado, te abrase y desee que nunca más regresara la luz.
 
 

jueves, 14 de marzo de 2013


Afirmar ya no la quiero respecto a una mujer, no se puede sino hasta ese momento en que tal mujer es algo que ya no existe para uno, algo muerto en definitiva. Pero antes de ese momento habrá una cadena de vacilaciones, de dudas, de temores, de agudo y doloroso deseo de volver… lo terrible es que tú nunca renunciaras a  que Julia deje de existir dentro de ti, como dentro de ti la has creado sin que jamás existiera.  Esto es lo más románticamente imbécil que pueda imaginarse.

José Revueltas, Días Terrenales.
 

Pues todo esto que escribo no creas que sale así nada más en madrugadas tristes, frías y dolientes, no, es todo un devenir de pensamientos que durante días divagan por mi mente, mi corazón, mi ser, van y vienen, van mutando, van creciendo hasta llegar a un punto en ya no puedo contenerlos  y es necesario sacarlos de alguna manera.

Y bueno después de mucho he decidido que esta será la última carta, sí ya sé que muchas veces he dicho esto, pero esta sí es la última lo digo convencido y con la conciencia de que realmente va a pasar.

Y aquí va el por qué:

“Poder decir adiós es crecer” Cerati

Es muy sencillo sólo quiero seguir con mi vida, quiero crecer, volver a enamorarme, entregarle mi vida, mi amor,   a alguien que sí me quiera y me acepte como soy, que no por ser loco, medio borracho, chaparro, me ponga condiciones para estar con ella.

A ti por lo visto no te importe, ja, irónico; tú me pedias que te demostrara mi amor con cosas absurdas y banales cuando  de la manera más triste me has demostrado que nunca te he importado y no sólo eso sino que me has olvidado como si hubiese sido cualquier imbécil que te tratara mal y te mintiera diciéndote te amo mientras pensaba en alguien más.

Y aceptar que tu amor (que nunca sentiste por mi) ya se acabó o nunca existió,  de cualquier forma que haya sido, es aceptar que ya no estarás para mí y claro parte de mi madurez es aceptar que yo ya no estaré para  ti. Aunque como Peter Pan que dejo ir a Wendy, pero no la dejo de amar, aceptar y liberar no es resignación, es coraje y valor de saber que hay cosas que son mejor si son de otra forma a la que nos aferramos y fantaseamos de niños. Yo al igual que Peter Pan, te mato, te dejo ir, dejo que  crezcas y te conviertas en lo que todo mundo quiere, un adulto sin corazón. Por mi parte me quedo en nunca jamás, olvidado. Y de vez cuando haciendo visitas  a tu mundo para saber que eres feliz.

Por otra parte, hare y fingiré un dialogo ente tú y yo, que en el acto me dará la libertad que tanto te he pedido en el contestar a la sencilla pregunta de ¿Me amas o no me amas?

Un acto psicomágico de liberación.

 ***
Era una calle, mucha gente, un día templado, las sombras de los árboles se proyectaban en las banquetas disimulando las sombras de quien apurados iban y venían. Fue en ese momento en que Itzel con todas las prisas y la altanería que la caracteriza, pero sin dejar de ser hermosa, se topó con quien nunca se imaginó que se volvería encontrar y menos de casualidad.

Hugo caminaba tranquilo mirando las hojas de ese verde que brilla cuando los rayos del sol pretenden atravesarlos, distraído y a la vez atento a de las formas de las nubes, de la gente que sin mirarlo lo golpeaba en su paso veloz, fue entonces que sin querer choco de frente con ella, con la de siempre, con la que siempre se imaginó y deseo con todo su ser volverse encontrar y más de casualidad.

En el momento de ese choque fue como de dos grandes planetas que al chocar uno queda destruido por el impacto. Por un momento se quedaron mirando al piso, absortos, como si ya adivinaran con quien se habían tropezado. Lentamente levantaron la cabeza y al quedar de frente sus miradas se perdieron en las del otro. Fue una brisa fuerte que los regreso del letargo y mientras las ramas de los árboles se movían con delicadeza, Itzel hablo.

– Hugo – lo dijo con una voz lejana, como si no recordara qué significaba esa palabra.

Hugo la observaba con atención, disimulando su tristeza, su agonía, su sorpresa, su amor. No contesto, sólo un suave suspiro, una mueca se dibujó en su boca,  un intento de sonrisa.

 – Pero, cómo has esta… - lo entendió de pronto, mil recuerdos desbordaron su mente y enseguida guardo silencio.

La gente pasaba y pasaba, pero tenían a su alrededor una especie de escudo que los protegía de cualquiera que a su paso quisiera empujarlos o gritarles estorbos, la gente pasaba a un lado sin molestarlos.

Hugo quiso decir algo y sólo logro apartar sus ojos de los de Itzel.  El dolor que sentía nublaba su vista,  quería abrazarla.

Itzel lo tomo de las manos suavemente, el sintió ese toque delicado, esa sensación de triunfo, por un momento su espíritu se sosegó, suspiro largamente.

 – Perdón, por todo el daño que sin querer te he provocado, podría decir que no es mi culpa, pero lo asumo y acepto que también yo tuve parte de… pero quiero que entiendas que en algún momento… - trago saliva- bueno ya no importa, porque no te amo.

Hugo jalo sus manos, pero ella lo tenía bien agarrado como si no quisiera que nunca se fuera, por momentos él perdió las fuerzas y quiso desmayarse, pero ella lo mantuvo en pie.

 – No te amo – lo repitió, pero esta vez su voz era suave, se quebraba a cada palabra que pronunciaba, que llegando al amo, no pudo contenerse, trastabillo un poco, un par de lágrimas recorrieron sus mejillas

– No te pongas triste, no era esto lo que siempre me pediste que hiciera… 

Soltó las manos de Hugo y antes de que este se echara a correr, lo abrazo. El sintió el calor de su cuerpo, la tristeza de su alma y la rodeo con sus brazos con tal fuerza que parecía fundirse en ella.

Hugo pensó decirle que la amaba, pero en vez de eso dejo escapar un suave suspiro que provocó una pequeña sonrisa en  Itzel.

 – Ya eres libre del amor que sientes por mí, y yo del que alguna vez creí sentir por ti. Ahora puedes entregarle todo lo que eres a alguien que si lo quiera – le susurro y lo soltó.

Al separarse algo paso por la cabeza de Hugo, tal vez sólo fue un impulso, un deseo concedido antes de ser fusilado y la beso. Un beso tímido, suave, lleno de promesas,  de vida, de amor. Ella cerro los ojos unos segundos, se dejó llevar, pero acto seguido lo aparto como si estuviera haciendo algo malo, como si alguien la sorprendiera y ella llena de vergüenza quisiera ocultarse debajo de la tierra. Se separó y sin más siguió caminando.

Hugo se quedó mirando el piso como al principio, absuelto. Mientras Itzel a espaldas de él se alejaba con pasos dudosos y lentos. 

De nuevo una brisa fuerte hizo mover las ramas de los árboles, las sombras que se proyectaban en la banqueta se movieron de pronto Hugo alzo la mirada dio media vuelta y grito

– ¡Itzel, espera! –  pero no camino hacia ella, ni ella se acercó a él. De alguna manera extraña seguían conservando ese escudo que aún separados por un par de pasos la gente que pasaba no los molestaba, pasaban sin cruzarse entre ellos o bien se pasaban al otro lado de la calle.

Hugo llevo su mano izquierda al corazón y con la derecha simulo una pistola que se llevó a la cien, simulo el sonido de un disparo, Pum. Hugo se había suicidado frente a ella, su cuerpo cayó al suelo.  Itzel desconcertada y devastada corrió hacia a él. Lo abrazo, lo beso, intento regresarlo a la vida. Al final acepto que Hugo se había matado por ella, por su amor, por el dolor, por todo, por la vida y no le quedó más remedio que hacerle cosquillas.  El cuerpo inerte de Hugo comenzó a moverse y a reírse.  Mientras Hugo seguía en suelo riéndose, ella se levantó y siguió su camino.
***
“He aquí la lucha – pensaba - , aprender a vivir en la soledad del espíritu, amarla a pesar o sobre todo porque de ellas se derivan todos los sufrimientos y todas las angustias que son lo único real y verdadero”

 José Revueltas, Días Terrenales.

 

 

Te amo

14 de marzo del 2013

Hugo

P.d. Somos libres.

P.d.

El invierno está por terminar

Las frías madrugadas le van abriendo paso

A los amaneceres calurosos

Bellas flores están por nacer

Ahora estoy más tranquilo

Se antoja un par de cervezas

No para curar viejas heridas

Si no para celebrar nuevos días

Suspiros que ya no duelen

Despacio

El corazón late

El vaivén de la vida.

 
 
 
 

domingo, 3 de marzo de 2013


Desengañémonos de la esperanza,

porque traiciona en el amor, porque cansa en la vida,

 porque harta sin llegar a saciar,

porque trae más de lo que se quiere y menos de lo que se espera.

 

El libro del desasosiego.

Fernando Pessoa

 

 

Un larga carta que empieza hoy y no sé cuándo terminara, y no es que me preocupe terminarla, más bien lo que me cuesta trabajo es empezarla. Ya que no pretendo persuadir o escribir “inmadureces” o “tonterías” pero sí así es, ni modo.

Desde luego me pregunto ¿por dónde empezar? Y me respondo desde el principio. ¿Pero cuál principio? Sí nunca hubo. Entonces al azar agarrare una palabra que más resuma lo que tú eres.

Mentira.

Sí, las mentiras ¿Cuáles? Te estarás preguntando, pues todas las que me pediste que hiciera para demostrarte mi amor.  Todo eso que me pediste que fuera y que no soy y no es que no quiera ser si no que lo que me pedias no era otra cosa más que mentirte. Porque cómo ser otro para estar contigo. Si lo que soy es esto que lees; puras palabras malgastadas, insignificantes que en el existir de tu vida no tienen valor ya que no se disfrazan, no se venden, no claudican, no son para caerle bien a alguien o demostrarle algo a la sociedad, son para que tú algún día con atención las leas en voz alta y en el acto de leerlas les des libertad.

Todas esas mentiras de decir “Te amo” y acto seguido irte con un imbécil y dejarme ahí como si no te importara. Mentir cuando por amor sacrificamos la amistad de toda una vida. Mentir el día que condicionaste al amor, a mí para estar contigo toda la vida y después en cada llamada mostrarte indiferente, fría y como si te diera vergüenza que te marcara. Mentir al darme cuenta que no era enserio lo que habías dicho que muy probable sabías que no lo iba a hacer. Mentir cuando te escribí que yo buscaba alguien que me amara por lo que soy, mentí porque no podía mentirte y a pesar de quererte junto a mí sabía que al fingirme algo que no soy al final iba doler más que no tenerte.

(24 de Febrero del 2013, primer fragmento)

*

Otro día, otra noche, otra madrugada.

Antes de dormir.

Pongo una canción antes de comenzar a escribir, habla sobre el dolor o algo así.

Me dispongo a escribir, aún no sé muy bien de que va ir, pero es lo de menos.

Sí, me hubiera gustado omitir la parte de las mentiras, es algo que no sólo es incómodo (para mi) si no que es algo que ya resulta muy aburrido de tanto pensarlo.

En fin, resulta que tratare de escribir un pequeño cuento, a ver qué sale.

Ahí va:

Era la madrugada cuando él intentaba… intentaba todo, claro que al final lo único que logro fue mirar la luna desde su ventana.

También intento suspirar, no lo logro. Tosió y casi se ahoga.

Miro su reloj eran la 12:59 am y pensó; ya es muy tarde y mañana tengo que levantarme temprano para hacer nada.

De pronto se acordó de que no se había lavado los dientes, pero le dio hueva y siguió mirando la luna.

Le dio sed fue por un vaso con agua a la cocina. Mientras bebía tragos largos no dejo de ver a la luna.

De la nada se derritió una triste canción de entre las bocinas. Él pensó  en ella  sin dejar de observar a la luna.

Sus ojos no reflejaban lo que veían. La luna no brillaba en su alma, era ella que seguía viva dentro de él, aunque ella no lo supiera.

Su corazón termino por derretirse al terminar la canción.

Desesperadamente intento hacer algo… lo único que logro hacer; fue lavarse los dientes.

Al regresar del baño hizo aún lado la cortina se asomó por la ventana y la luna ya no estaba.  Se había ido, como ella pensó él. Cerró la cortina.

Intento llorar.

No pudo, se dio cuenta que ya casi amanecía y se fue a dormir con un dolor en el corazón.

No sé si logro dormir, pero sabía qué para él ya era otro día, otro mañana y qué juntaría las fuerzas y el coraje para algún día volver a intentarlo.

 

Bueno aquí termino esta parte.

Espero te guste.

¡Vale salud! (y no lo digo por ser un borracho, lo digo esperando y deseando que seas feliz)

Que la luna se resista todos los días.

(25 de febrero del 2013)

**

Yo si quería regalarte mi vida.

Yo si quiero regalarte mi vida.

Yo quiero vivir contigo.

¿Tú?

26 de Febrero del 2013

***

Un cuento suelto

 Antes de irse

 Dejar los amarres sueltos

 Una trampa donde el más incrédulo caiga

 Donde la cerveza reviente

 La cabeza

 Y el corazón.

 

(27 febrero del 2013)

 

****

Un par de días después y no sé… siempre que hace frío me dan ganas de salir, ir a tu casa, abrazarte, decirte que nada  ha pasado. Pero es tanto el frío que mi cuerpo se queda entumido y no puedo moverme, intento llorar, pero es tanto el frío que duele cada uno de mis pequeños esfuerzos.

Decirte tantas cosas, repetirte una y otra vez lo mismo y lo mismo, pero sé que ya todo es en vano… la vida sigue, yo sin ti; un dolor inmenso, tú sin mí; una sonrisa triste.

Un par de cervezas mientras el invierno se escapa poco a poco.

Sin más llega la resignación; el dolor se calma, se cansa, se duerme y de vez en cuando abre los ojos un par de segundos, se cerciora de que todo sigue igual y los vuelve a cerrar.   Me doy cuenta de que nada va a cambiar. Nosotros jamás seremos, es triste sí, pero… bueno en realidad no hay esperanza, sólo la inercia de seguir hasta el final.

Por breves espacios de tiempo se me ocurren tantas cosas que decir y pienso en las que no dije y la verdad después de todo se impone. No dejo de pensar en ti, pero tampoco pienso en nosotros como un hubiera y menos como un futuro utópico.  

Me gustaría acabar esta carta aquí, poner el punto final sin importar más, pero sé qué aún tengo algo que decir, no sé tal vez sea que me aferro a algo y sabiendo que después de todo…; y cuando escriba para siempre, será una estrella fugaz que se desintegra en el tiempo, el espacio y nuestros corazones. Será una mirada perdida en la fría noche. Después no quedara nada, ya nada.

(2 de marzo del 2013)

****

Siempre me faltaron las palabras o tal vez me sobraron, eso lo decides tú. Te di mi alma en los pocos poemas que escribí para ti. Los perdiste como a mí, descuidaste el cuaderno y lo perdiste, como a muchas otras cosas que te regale, por ejemplo mi amistad.

Ahora a la distancia todo está en calma, claro aún el corazón sigue un poco distraído, pero ya está mucho mejor, se está recuperando. Con decirte que ya sale a la calle, platica con otros corazones y hasta les coquetea aunque pronto se cansa y los deja pasar.

En fin, la verdad es que ya me canse de escribir lo que creí sería un larga carta y resulta que ya me canso. Si lo sé muchas cosas me cansan hasta las que no hago me agota.

Ya está por demás  si sé que no lees estas cartas y que tal vez cuando lo hagas ya no tendrán la trascendencia que tienen hoy si las lees.
La vida sigue querida, y sabes que de las pocas cosas que estoy seguro que son un absoluto es que nadie es indispensable en la vida de otro. Sí, se echa de menos, se pueden arrancar los pelos, quitarse los dientes, ponerse hasta la madre de borracho, hablarse en la madrugada y demás cosas estúpidas que se hacen por amor, pero al otro día no queda más que la resaca, el cansancio y el seguir con la vida.

Aquí termino esta carta, me gustaría seguir, pero ya me canso y eso me deprime, bueno te cambio “me deprime”, por ya “me puso triste”.

Un te amo cansado.

Entre abro y cierro los ojos, mis dedos hacen un gran esfuerzo por seguir tecleando, ya.

3 de marzo del 2013.

Desde antes de la media noche

Miro por la ventana no veo la luna, pero veo la antena de los vecinos, claro que esto no tiene nada de poético, pero en este punto qué más da.

Pd.

Te rezo a ti mi amor porque mi amor es ya una oración; pero ni te concibo como amada, ni te alzo ante mi como a una santa.

El libro del desasosiego.

Fernando Pessoa