jueves, 14 de marzo de 2013


Afirmar ya no la quiero respecto a una mujer, no se puede sino hasta ese momento en que tal mujer es algo que ya no existe para uno, algo muerto en definitiva. Pero antes de ese momento habrá una cadena de vacilaciones, de dudas, de temores, de agudo y doloroso deseo de volver… lo terrible es que tú nunca renunciaras a  que Julia deje de existir dentro de ti, como dentro de ti la has creado sin que jamás existiera.  Esto es lo más románticamente imbécil que pueda imaginarse.

José Revueltas, Días Terrenales.
 

Pues todo esto que escribo no creas que sale así nada más en madrugadas tristes, frías y dolientes, no, es todo un devenir de pensamientos que durante días divagan por mi mente, mi corazón, mi ser, van y vienen, van mutando, van creciendo hasta llegar a un punto en ya no puedo contenerlos  y es necesario sacarlos de alguna manera.

Y bueno después de mucho he decidido que esta será la última carta, sí ya sé que muchas veces he dicho esto, pero esta sí es la última lo digo convencido y con la conciencia de que realmente va a pasar.

Y aquí va el por qué:

“Poder decir adiós es crecer” Cerati

Es muy sencillo sólo quiero seguir con mi vida, quiero crecer, volver a enamorarme, entregarle mi vida, mi amor,   a alguien que sí me quiera y me acepte como soy, que no por ser loco, medio borracho, chaparro, me ponga condiciones para estar con ella.

A ti por lo visto no te importe, ja, irónico; tú me pedias que te demostrara mi amor con cosas absurdas y banales cuando  de la manera más triste me has demostrado que nunca te he importado y no sólo eso sino que me has olvidado como si hubiese sido cualquier imbécil que te tratara mal y te mintiera diciéndote te amo mientras pensaba en alguien más.

Y aceptar que tu amor (que nunca sentiste por mi) ya se acabó o nunca existió,  de cualquier forma que haya sido, es aceptar que ya no estarás para mí y claro parte de mi madurez es aceptar que yo ya no estaré para  ti. Aunque como Peter Pan que dejo ir a Wendy, pero no la dejo de amar, aceptar y liberar no es resignación, es coraje y valor de saber que hay cosas que son mejor si son de otra forma a la que nos aferramos y fantaseamos de niños. Yo al igual que Peter Pan, te mato, te dejo ir, dejo que  crezcas y te conviertas en lo que todo mundo quiere, un adulto sin corazón. Por mi parte me quedo en nunca jamás, olvidado. Y de vez cuando haciendo visitas  a tu mundo para saber que eres feliz.

Por otra parte, hare y fingiré un dialogo ente tú y yo, que en el acto me dará la libertad que tanto te he pedido en el contestar a la sencilla pregunta de ¿Me amas o no me amas?

Un acto psicomágico de liberación.

 ***
Era una calle, mucha gente, un día templado, las sombras de los árboles se proyectaban en las banquetas disimulando las sombras de quien apurados iban y venían. Fue en ese momento en que Itzel con todas las prisas y la altanería que la caracteriza, pero sin dejar de ser hermosa, se topó con quien nunca se imaginó que se volvería encontrar y menos de casualidad.

Hugo caminaba tranquilo mirando las hojas de ese verde que brilla cuando los rayos del sol pretenden atravesarlos, distraído y a la vez atento a de las formas de las nubes, de la gente que sin mirarlo lo golpeaba en su paso veloz, fue entonces que sin querer choco de frente con ella, con la de siempre, con la que siempre se imaginó y deseo con todo su ser volverse encontrar y más de casualidad.

En el momento de ese choque fue como de dos grandes planetas que al chocar uno queda destruido por el impacto. Por un momento se quedaron mirando al piso, absortos, como si ya adivinaran con quien se habían tropezado. Lentamente levantaron la cabeza y al quedar de frente sus miradas se perdieron en las del otro. Fue una brisa fuerte que los regreso del letargo y mientras las ramas de los árboles se movían con delicadeza, Itzel hablo.

– Hugo – lo dijo con una voz lejana, como si no recordara qué significaba esa palabra.

Hugo la observaba con atención, disimulando su tristeza, su agonía, su sorpresa, su amor. No contesto, sólo un suave suspiro, una mueca se dibujó en su boca,  un intento de sonrisa.

 – Pero, cómo has esta… - lo entendió de pronto, mil recuerdos desbordaron su mente y enseguida guardo silencio.

La gente pasaba y pasaba, pero tenían a su alrededor una especie de escudo que los protegía de cualquiera que a su paso quisiera empujarlos o gritarles estorbos, la gente pasaba a un lado sin molestarlos.

Hugo quiso decir algo y sólo logro apartar sus ojos de los de Itzel.  El dolor que sentía nublaba su vista,  quería abrazarla.

Itzel lo tomo de las manos suavemente, el sintió ese toque delicado, esa sensación de triunfo, por un momento su espíritu se sosegó, suspiro largamente.

 – Perdón, por todo el daño que sin querer te he provocado, podría decir que no es mi culpa, pero lo asumo y acepto que también yo tuve parte de… pero quiero que entiendas que en algún momento… - trago saliva- bueno ya no importa, porque no te amo.

Hugo jalo sus manos, pero ella lo tenía bien agarrado como si no quisiera que nunca se fuera, por momentos él perdió las fuerzas y quiso desmayarse, pero ella lo mantuvo en pie.

 – No te amo – lo repitió, pero esta vez su voz era suave, se quebraba a cada palabra que pronunciaba, que llegando al amo, no pudo contenerse, trastabillo un poco, un par de lágrimas recorrieron sus mejillas

– No te pongas triste, no era esto lo que siempre me pediste que hiciera… 

Soltó las manos de Hugo y antes de que este se echara a correr, lo abrazo. El sintió el calor de su cuerpo, la tristeza de su alma y la rodeo con sus brazos con tal fuerza que parecía fundirse en ella.

Hugo pensó decirle que la amaba, pero en vez de eso dejo escapar un suave suspiro que provocó una pequeña sonrisa en  Itzel.

 – Ya eres libre del amor que sientes por mí, y yo del que alguna vez creí sentir por ti. Ahora puedes entregarle todo lo que eres a alguien que si lo quiera – le susurro y lo soltó.

Al separarse algo paso por la cabeza de Hugo, tal vez sólo fue un impulso, un deseo concedido antes de ser fusilado y la beso. Un beso tímido, suave, lleno de promesas,  de vida, de amor. Ella cerro los ojos unos segundos, se dejó llevar, pero acto seguido lo aparto como si estuviera haciendo algo malo, como si alguien la sorprendiera y ella llena de vergüenza quisiera ocultarse debajo de la tierra. Se separó y sin más siguió caminando.

Hugo se quedó mirando el piso como al principio, absuelto. Mientras Itzel a espaldas de él se alejaba con pasos dudosos y lentos. 

De nuevo una brisa fuerte hizo mover las ramas de los árboles, las sombras que se proyectaban en la banqueta se movieron de pronto Hugo alzo la mirada dio media vuelta y grito

– ¡Itzel, espera! –  pero no camino hacia ella, ni ella se acercó a él. De alguna manera extraña seguían conservando ese escudo que aún separados por un par de pasos la gente que pasaba no los molestaba, pasaban sin cruzarse entre ellos o bien se pasaban al otro lado de la calle.

Hugo llevo su mano izquierda al corazón y con la derecha simulo una pistola que se llevó a la cien, simulo el sonido de un disparo, Pum. Hugo se había suicidado frente a ella, su cuerpo cayó al suelo.  Itzel desconcertada y devastada corrió hacia a él. Lo abrazo, lo beso, intento regresarlo a la vida. Al final acepto que Hugo se había matado por ella, por su amor, por el dolor, por todo, por la vida y no le quedó más remedio que hacerle cosquillas.  El cuerpo inerte de Hugo comenzó a moverse y a reírse.  Mientras Hugo seguía en suelo riéndose, ella se levantó y siguió su camino.
***
“He aquí la lucha – pensaba - , aprender a vivir en la soledad del espíritu, amarla a pesar o sobre todo porque de ellas se derivan todos los sufrimientos y todas las angustias que son lo único real y verdadero”

 José Revueltas, Días Terrenales.

 

 

Te amo

14 de marzo del 2013

Hugo

P.d. Somos libres.

P.d.

El invierno está por terminar

Las frías madrugadas le van abriendo paso

A los amaneceres calurosos

Bellas flores están por nacer

Ahora estoy más tranquilo

Se antoja un par de cervezas

No para curar viejas heridas

Si no para celebrar nuevos días

Suspiros que ya no duelen

Despacio

El corazón late

El vaivén de la vida.

 
 
 
 

domingo, 3 de marzo de 2013


Desengañémonos de la esperanza,

porque traiciona en el amor, porque cansa en la vida,

 porque harta sin llegar a saciar,

porque trae más de lo que se quiere y menos de lo que se espera.

 

El libro del desasosiego.

Fernando Pessoa

 

 

Un larga carta que empieza hoy y no sé cuándo terminara, y no es que me preocupe terminarla, más bien lo que me cuesta trabajo es empezarla. Ya que no pretendo persuadir o escribir “inmadureces” o “tonterías” pero sí así es, ni modo.

Desde luego me pregunto ¿por dónde empezar? Y me respondo desde el principio. ¿Pero cuál principio? Sí nunca hubo. Entonces al azar agarrare una palabra que más resuma lo que tú eres.

Mentira.

Sí, las mentiras ¿Cuáles? Te estarás preguntando, pues todas las que me pediste que hiciera para demostrarte mi amor.  Todo eso que me pediste que fuera y que no soy y no es que no quiera ser si no que lo que me pedias no era otra cosa más que mentirte. Porque cómo ser otro para estar contigo. Si lo que soy es esto que lees; puras palabras malgastadas, insignificantes que en el existir de tu vida no tienen valor ya que no se disfrazan, no se venden, no claudican, no son para caerle bien a alguien o demostrarle algo a la sociedad, son para que tú algún día con atención las leas en voz alta y en el acto de leerlas les des libertad.

Todas esas mentiras de decir “Te amo” y acto seguido irte con un imbécil y dejarme ahí como si no te importara. Mentir cuando por amor sacrificamos la amistad de toda una vida. Mentir el día que condicionaste al amor, a mí para estar contigo toda la vida y después en cada llamada mostrarte indiferente, fría y como si te diera vergüenza que te marcara. Mentir al darme cuenta que no era enserio lo que habías dicho que muy probable sabías que no lo iba a hacer. Mentir cuando te escribí que yo buscaba alguien que me amara por lo que soy, mentí porque no podía mentirte y a pesar de quererte junto a mí sabía que al fingirme algo que no soy al final iba doler más que no tenerte.

(24 de Febrero del 2013, primer fragmento)

*

Otro día, otra noche, otra madrugada.

Antes de dormir.

Pongo una canción antes de comenzar a escribir, habla sobre el dolor o algo así.

Me dispongo a escribir, aún no sé muy bien de que va ir, pero es lo de menos.

Sí, me hubiera gustado omitir la parte de las mentiras, es algo que no sólo es incómodo (para mi) si no que es algo que ya resulta muy aburrido de tanto pensarlo.

En fin, resulta que tratare de escribir un pequeño cuento, a ver qué sale.

Ahí va:

Era la madrugada cuando él intentaba… intentaba todo, claro que al final lo único que logro fue mirar la luna desde su ventana.

También intento suspirar, no lo logro. Tosió y casi se ahoga.

Miro su reloj eran la 12:59 am y pensó; ya es muy tarde y mañana tengo que levantarme temprano para hacer nada.

De pronto se acordó de que no se había lavado los dientes, pero le dio hueva y siguió mirando la luna.

Le dio sed fue por un vaso con agua a la cocina. Mientras bebía tragos largos no dejo de ver a la luna.

De la nada se derritió una triste canción de entre las bocinas. Él pensó  en ella  sin dejar de observar a la luna.

Sus ojos no reflejaban lo que veían. La luna no brillaba en su alma, era ella que seguía viva dentro de él, aunque ella no lo supiera.

Su corazón termino por derretirse al terminar la canción.

Desesperadamente intento hacer algo… lo único que logro hacer; fue lavarse los dientes.

Al regresar del baño hizo aún lado la cortina se asomó por la ventana y la luna ya no estaba.  Se había ido, como ella pensó él. Cerró la cortina.

Intento llorar.

No pudo, se dio cuenta que ya casi amanecía y se fue a dormir con un dolor en el corazón.

No sé si logro dormir, pero sabía qué para él ya era otro día, otro mañana y qué juntaría las fuerzas y el coraje para algún día volver a intentarlo.

 

Bueno aquí termino esta parte.

Espero te guste.

¡Vale salud! (y no lo digo por ser un borracho, lo digo esperando y deseando que seas feliz)

Que la luna se resista todos los días.

(25 de febrero del 2013)

**

Yo si quería regalarte mi vida.

Yo si quiero regalarte mi vida.

Yo quiero vivir contigo.

¿Tú?

26 de Febrero del 2013

***

Un cuento suelto

 Antes de irse

 Dejar los amarres sueltos

 Una trampa donde el más incrédulo caiga

 Donde la cerveza reviente

 La cabeza

 Y el corazón.

 

(27 febrero del 2013)

 

****

Un par de días después y no sé… siempre que hace frío me dan ganas de salir, ir a tu casa, abrazarte, decirte que nada  ha pasado. Pero es tanto el frío que mi cuerpo se queda entumido y no puedo moverme, intento llorar, pero es tanto el frío que duele cada uno de mis pequeños esfuerzos.

Decirte tantas cosas, repetirte una y otra vez lo mismo y lo mismo, pero sé que ya todo es en vano… la vida sigue, yo sin ti; un dolor inmenso, tú sin mí; una sonrisa triste.

Un par de cervezas mientras el invierno se escapa poco a poco.

Sin más llega la resignación; el dolor se calma, se cansa, se duerme y de vez en cuando abre los ojos un par de segundos, se cerciora de que todo sigue igual y los vuelve a cerrar.   Me doy cuenta de que nada va a cambiar. Nosotros jamás seremos, es triste sí, pero… bueno en realidad no hay esperanza, sólo la inercia de seguir hasta el final.

Por breves espacios de tiempo se me ocurren tantas cosas que decir y pienso en las que no dije y la verdad después de todo se impone. No dejo de pensar en ti, pero tampoco pienso en nosotros como un hubiera y menos como un futuro utópico.  

Me gustaría acabar esta carta aquí, poner el punto final sin importar más, pero sé qué aún tengo algo que decir, no sé tal vez sea que me aferro a algo y sabiendo que después de todo…; y cuando escriba para siempre, será una estrella fugaz que se desintegra en el tiempo, el espacio y nuestros corazones. Será una mirada perdida en la fría noche. Después no quedara nada, ya nada.

(2 de marzo del 2013)

****

Siempre me faltaron las palabras o tal vez me sobraron, eso lo decides tú. Te di mi alma en los pocos poemas que escribí para ti. Los perdiste como a mí, descuidaste el cuaderno y lo perdiste, como a muchas otras cosas que te regale, por ejemplo mi amistad.

Ahora a la distancia todo está en calma, claro aún el corazón sigue un poco distraído, pero ya está mucho mejor, se está recuperando. Con decirte que ya sale a la calle, platica con otros corazones y hasta les coquetea aunque pronto se cansa y los deja pasar.

En fin, la verdad es que ya me canse de escribir lo que creí sería un larga carta y resulta que ya me canso. Si lo sé muchas cosas me cansan hasta las que no hago me agota.

Ya está por demás  si sé que no lees estas cartas y que tal vez cuando lo hagas ya no tendrán la trascendencia que tienen hoy si las lees.
La vida sigue querida, y sabes que de las pocas cosas que estoy seguro que son un absoluto es que nadie es indispensable en la vida de otro. Sí, se echa de menos, se pueden arrancar los pelos, quitarse los dientes, ponerse hasta la madre de borracho, hablarse en la madrugada y demás cosas estúpidas que se hacen por amor, pero al otro día no queda más que la resaca, el cansancio y el seguir con la vida.

Aquí termino esta carta, me gustaría seguir, pero ya me canso y eso me deprime, bueno te cambio “me deprime”, por ya “me puso triste”.

Un te amo cansado.

Entre abro y cierro los ojos, mis dedos hacen un gran esfuerzo por seguir tecleando, ya.

3 de marzo del 2013.

Desde antes de la media noche

Miro por la ventana no veo la luna, pero veo la antena de los vecinos, claro que esto no tiene nada de poético, pero en este punto qué más da.

Pd.

Te rezo a ti mi amor porque mi amor es ya una oración; pero ni te concibo como amada, ni te alzo ante mi como a una santa.

El libro del desasosiego.

Fernando Pessoa