domingo, 3 de marzo de 2013


Desengañémonos de la esperanza,

porque traiciona en el amor, porque cansa en la vida,

 porque harta sin llegar a saciar,

porque trae más de lo que se quiere y menos de lo que se espera.

 

El libro del desasosiego.

Fernando Pessoa

 

 

Un larga carta que empieza hoy y no sé cuándo terminara, y no es que me preocupe terminarla, más bien lo que me cuesta trabajo es empezarla. Ya que no pretendo persuadir o escribir “inmadureces” o “tonterías” pero sí así es, ni modo.

Desde luego me pregunto ¿por dónde empezar? Y me respondo desde el principio. ¿Pero cuál principio? Sí nunca hubo. Entonces al azar agarrare una palabra que más resuma lo que tú eres.

Mentira.

Sí, las mentiras ¿Cuáles? Te estarás preguntando, pues todas las que me pediste que hiciera para demostrarte mi amor.  Todo eso que me pediste que fuera y que no soy y no es que no quiera ser si no que lo que me pedias no era otra cosa más que mentirte. Porque cómo ser otro para estar contigo. Si lo que soy es esto que lees; puras palabras malgastadas, insignificantes que en el existir de tu vida no tienen valor ya que no se disfrazan, no se venden, no claudican, no son para caerle bien a alguien o demostrarle algo a la sociedad, son para que tú algún día con atención las leas en voz alta y en el acto de leerlas les des libertad.

Todas esas mentiras de decir “Te amo” y acto seguido irte con un imbécil y dejarme ahí como si no te importara. Mentir cuando por amor sacrificamos la amistad de toda una vida. Mentir el día que condicionaste al amor, a mí para estar contigo toda la vida y después en cada llamada mostrarte indiferente, fría y como si te diera vergüenza que te marcara. Mentir al darme cuenta que no era enserio lo que habías dicho que muy probable sabías que no lo iba a hacer. Mentir cuando te escribí que yo buscaba alguien que me amara por lo que soy, mentí porque no podía mentirte y a pesar de quererte junto a mí sabía que al fingirme algo que no soy al final iba doler más que no tenerte.

(24 de Febrero del 2013, primer fragmento)

*

Otro día, otra noche, otra madrugada.

Antes de dormir.

Pongo una canción antes de comenzar a escribir, habla sobre el dolor o algo así.

Me dispongo a escribir, aún no sé muy bien de que va ir, pero es lo de menos.

Sí, me hubiera gustado omitir la parte de las mentiras, es algo que no sólo es incómodo (para mi) si no que es algo que ya resulta muy aburrido de tanto pensarlo.

En fin, resulta que tratare de escribir un pequeño cuento, a ver qué sale.

Ahí va:

Era la madrugada cuando él intentaba… intentaba todo, claro que al final lo único que logro fue mirar la luna desde su ventana.

También intento suspirar, no lo logro. Tosió y casi se ahoga.

Miro su reloj eran la 12:59 am y pensó; ya es muy tarde y mañana tengo que levantarme temprano para hacer nada.

De pronto se acordó de que no se había lavado los dientes, pero le dio hueva y siguió mirando la luna.

Le dio sed fue por un vaso con agua a la cocina. Mientras bebía tragos largos no dejo de ver a la luna.

De la nada se derritió una triste canción de entre las bocinas. Él pensó  en ella  sin dejar de observar a la luna.

Sus ojos no reflejaban lo que veían. La luna no brillaba en su alma, era ella que seguía viva dentro de él, aunque ella no lo supiera.

Su corazón termino por derretirse al terminar la canción.

Desesperadamente intento hacer algo… lo único que logro hacer; fue lavarse los dientes.

Al regresar del baño hizo aún lado la cortina se asomó por la ventana y la luna ya no estaba.  Se había ido, como ella pensó él. Cerró la cortina.

Intento llorar.

No pudo, se dio cuenta que ya casi amanecía y se fue a dormir con un dolor en el corazón.

No sé si logro dormir, pero sabía qué para él ya era otro día, otro mañana y qué juntaría las fuerzas y el coraje para algún día volver a intentarlo.

 

Bueno aquí termino esta parte.

Espero te guste.

¡Vale salud! (y no lo digo por ser un borracho, lo digo esperando y deseando que seas feliz)

Que la luna se resista todos los días.

(25 de febrero del 2013)

**

Yo si quería regalarte mi vida.

Yo si quiero regalarte mi vida.

Yo quiero vivir contigo.

¿Tú?

26 de Febrero del 2013

***

Un cuento suelto

 Antes de irse

 Dejar los amarres sueltos

 Una trampa donde el más incrédulo caiga

 Donde la cerveza reviente

 La cabeza

 Y el corazón.

 

(27 febrero del 2013)

 

****

Un par de días después y no sé… siempre que hace frío me dan ganas de salir, ir a tu casa, abrazarte, decirte que nada  ha pasado. Pero es tanto el frío que mi cuerpo se queda entumido y no puedo moverme, intento llorar, pero es tanto el frío que duele cada uno de mis pequeños esfuerzos.

Decirte tantas cosas, repetirte una y otra vez lo mismo y lo mismo, pero sé que ya todo es en vano… la vida sigue, yo sin ti; un dolor inmenso, tú sin mí; una sonrisa triste.

Un par de cervezas mientras el invierno se escapa poco a poco.

Sin más llega la resignación; el dolor se calma, se cansa, se duerme y de vez en cuando abre los ojos un par de segundos, se cerciora de que todo sigue igual y los vuelve a cerrar.   Me doy cuenta de que nada va a cambiar. Nosotros jamás seremos, es triste sí, pero… bueno en realidad no hay esperanza, sólo la inercia de seguir hasta el final.

Por breves espacios de tiempo se me ocurren tantas cosas que decir y pienso en las que no dije y la verdad después de todo se impone. No dejo de pensar en ti, pero tampoco pienso en nosotros como un hubiera y menos como un futuro utópico.  

Me gustaría acabar esta carta aquí, poner el punto final sin importar más, pero sé qué aún tengo algo que decir, no sé tal vez sea que me aferro a algo y sabiendo que después de todo…; y cuando escriba para siempre, será una estrella fugaz que se desintegra en el tiempo, el espacio y nuestros corazones. Será una mirada perdida en la fría noche. Después no quedara nada, ya nada.

(2 de marzo del 2013)

****

Siempre me faltaron las palabras o tal vez me sobraron, eso lo decides tú. Te di mi alma en los pocos poemas que escribí para ti. Los perdiste como a mí, descuidaste el cuaderno y lo perdiste, como a muchas otras cosas que te regale, por ejemplo mi amistad.

Ahora a la distancia todo está en calma, claro aún el corazón sigue un poco distraído, pero ya está mucho mejor, se está recuperando. Con decirte que ya sale a la calle, platica con otros corazones y hasta les coquetea aunque pronto se cansa y los deja pasar.

En fin, la verdad es que ya me canse de escribir lo que creí sería un larga carta y resulta que ya me canso. Si lo sé muchas cosas me cansan hasta las que no hago me agota.

Ya está por demás  si sé que no lees estas cartas y que tal vez cuando lo hagas ya no tendrán la trascendencia que tienen hoy si las lees.
La vida sigue querida, y sabes que de las pocas cosas que estoy seguro que son un absoluto es que nadie es indispensable en la vida de otro. Sí, se echa de menos, se pueden arrancar los pelos, quitarse los dientes, ponerse hasta la madre de borracho, hablarse en la madrugada y demás cosas estúpidas que se hacen por amor, pero al otro día no queda más que la resaca, el cansancio y el seguir con la vida.

Aquí termino esta carta, me gustaría seguir, pero ya me canso y eso me deprime, bueno te cambio “me deprime”, por ya “me puso triste”.

Un te amo cansado.

Entre abro y cierro los ojos, mis dedos hacen un gran esfuerzo por seguir tecleando, ya.

3 de marzo del 2013.

Desde antes de la media noche

Miro por la ventana no veo la luna, pero veo la antena de los vecinos, claro que esto no tiene nada de poético, pero en este punto qué más da.

Pd.

Te rezo a ti mi amor porque mi amor es ya una oración; pero ni te concibo como amada, ni te alzo ante mi como a una santa.

El libro del desasosiego.

Fernando Pessoa

 
 
 

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